Breve Historia de la Masonería
Una mirada a nuestras raices
Masonería operativa
Los archivos historiográficos ingleses se remontan a una pura semántica, pues ellos distinguían al albañil purista que colocaba la última piedra (free-stone-mason) del otro albañil rústico que labraba la piedra bruta (rough mason). No es preciso ser filólogo para deducir que de estos términos derivaría Freemason o Francmaçon, es decir, seguidores de la masonería.
Estos albañiles tan virtuosos eran contratados por reyes, nobles o eclesiásticos para una magna catedral o basílica “ad maiorem gloriam Dei” y ello representaba un trabajo de años. A tal fin era imperativo construir primero su taller donde guardarían sus complejas herramientas, formarían a sus aprendices en aulas, convocarían sus reuniones de diseño y todo ello en secreto y con ceremonia iniciática de admisión. Este taller recibía el nombre de Logia y en su aula se enseñaba cálculo, geometría y planimetría en unos siglos donde la plebe era analfabeta pero también diestra. Los alumnos se encuadraban en un esquema de subordinación de aprendices, compañeros y maestros a la orden del Gran Maestre o Gran albañil de la logia. Los criterios de admisión eran muy simples, pero exigentes: ser nacido libre, ser de buenas costumbres y guardar los signos lapidarios. Así fue hasta que sobrevino el siglo XVI.
Masones aceptados
Nos situamos en los siglos XVI a XVIII. Se opera en Europa un gran cambio social, consecuencia de un fervor asociativo. Es la búsqueda de un espacio público para la sociedad civil, que pretende ser independiente de la Corona y de la Iglesia y que devendrá en la Era de la Ilustración o Siglo de las Luces, con su consiguiente gran revolución científica y social y la irrupción en escena de la burguesía.
Es este un periodo de transición en el que las sociedades masónicas desbordaron a los antiguos gremios, copiaron miméticamente sus esquemas de actuación y aceptaron en su seno a variopintas profesiones, en detrimento ya de las logias de cantería. Gozaron de una gran aceptación social, colmando la necesidad de espacio de variadas gentes que buscaban un lugar de reflexión libre de dogmatismos y restricciones. Los librepensadores hacían pues su aparición.
Masonería especulativa
Era ya procedente que los masones buscaran un corpus de doctrina y una instancia jurídica. Y así en 1717 un 24 de Junio, se constituyó en Londres la Gran Logia de Inglaterra. Su fin era la fusión de cuatro logias profanas y, para ello, se dotaron de una Constitución protestante, que redactaron Sir James Anderson y Teófilo Desaguiliers. La constitución de Anderson sigue siendo la Carta Magna de la Masonería universal.
En su Declaración de Principios esta Constitución se afanaba por ser el eslabón perdido y reencontrado entre la Masonería operativa del antiguo albañil-cantero y la Masonería especulativa de profesionales que buscan sólo la arquitectura interior de las personas en sus trabajos de taller. Porque el fin último de la masonería no iba a ser ya la construcción de templos, sino edificar más bien templos de amor y de fraternidad universal a la Gloria del Arquitecto del Universo (así daban cabida a fieles de todos los credos).
La Masonería en la Edad Contemporánea
En 1854 surgió, como es frecuente en muchas instituciones, el gran Cisma de la Masonería. Fue la decisión que tomaron los Grandes Orientes de Francia y Bélgica en 1854. Se trataba de suprimir la creencia en el Gran Arquitecto y en la Inmortalidad del alma, amén de admitir mujeres en las Logias. Fue todo un escándalo en el mundo anglosajón y la Gran Logia Unida de Inglaterra rompió sus lazos con estas Instituciones masónicas. Quedaron así la Masonería anglosajona o regular, exclusivamente masculina, y la Masonería latina o liberal que es laica e igualitaria. Ésta última está comprometida con los valores de la Libertad, Igualdad y Fraternidad y no exige la necesaria creencia en un Dios, ensalzando el valor del respeto en su seno a la libertad de conciencia y creencias personales que los miembros, eventualmente, puedan tener.
En la actualidad, la diversidad de la Masonería es total. En nuestros tiempos conviven logias masculinas, femeninas y mixtas. En algunas es necesaria la creencia en un Dios, mientras que otras no imponen esta cuestión como un requisito. Unas inciden más en el aspecto espiritual y simbólico, y otras se centran más en el estudio y análisis de las diversas cuestiones sociales. No hay una sola forma de entender la Masonería; es ésta la que se amolda a los gustos, preferencias e inquietudes de los que se deciden a conocerla.